Trabajar con blogs

Errores de basar la estrategia de PR en los bloggers

Los blogs y los bloggers se han convertido en parte de las audiencias en cualquier campaña de comunicación. Sus opiniones se hacen hueco entre el público y muchas marcas los temen por el daño que puedan hacer unos comentarios hostiles. Les hacen, para entendernos, la pelota para tenerlos contentos y que hablen bien de su empresa. Y muchas veces sucumben a los chantajes que, más o menos subrepticia o maliciosamente, dictan. Aquí estamos las agencias, en medio de todo, tratando de aunar intereses quedando bien con unos y con otros y negociando condiciones que se escapan muchas veces a cualquier tipo de orden, control, norma o experiencia previa.
El problema es que no estamos trabajando con profesionales de la información, sino con expertos en una u otra materia, que se han convertido en medios de comunicación por sí mismos. Y no es que esto sea un peligro per sé -porque ¡viva la libertad de expresión!-, pero es un peligro para las PR y para las relaciones de la agencia con los clientes. Hay que gestionar muy bien sus expectativas frente a los bloggers.
En nuestra experiencia nos hemos encontrado con que los bloggers no suelen facilitar sus números de teléfono, entorpeciendo la organización de los eventos y ralentizando la comunicación. La mayoría de blogs se realizan por hobby, no tienen compromiso de fechas de publicación, ni histórico de su actividad, clave para la estrategia de comunicación. La asistencia no está asegurada, y suelen necesitar más material adicional que los medios tradicionales.
Personalmente creemos que muchas empresas están sobrevalorando el rol de los blogs como medios de comunicación. Sí, son muy potentes; sí, la gente los lee y atienden a sus recomendaciones. Pero los periodistas, ya sea trabajando en un medio de comunicación o en una agencia, tenemos un código deontológico… los bloggers aún no tienen ninguno, y el peligro no es tal cuando estamos ante excelentes profesionales, buenos comunicadores, objetivos y rigurosos… sino cuando aparecen todos aquellos sin profesionalidad que, por farfullar, hacen del arte del chisme un efecto portera multiplicado por miles.